Una abogada amante de los animales pone en marcha este acogedor local donde también se puede adoptar a los felinos
Se abre la puerta de cristal y nos reciben jugando Romeo y Tigresa, dos de los inquilinos de un café muy especial, tanto como sus otros cinco habitantes. En un coqueto local, ubicado en la calle Cristo 5 de Bilbao se ha inaugurado recientemente el primer café salón de gatos de Euskadi. Disfrutar de los ronroneos de una pequeña manada gatuna relajan; sus rápidos y sincronizados movimientos detrás de un juguete con forma de ratón consiguen que el café de la mañana se convierta en una perfecta pausa para encarar la jornada laboral.
Marta Rodríguez, una abogada enamorada de los animales y especialmente de los felinos, es la hada madrina de este proyecto al que ha dedicado muchas horas y mucho amor. “De lo que se trata es de que la gente venga a estar relajadamente, sin agobios… No hay que olvidar que ellos conviven, juegan, comen y duermen aquí. Ellos son quienes nos dejan entrar en su particular salón a tomar un café“, asegura Marta. Y es que no es una cafetería tradicional; hay unas normas que no se pueden quebrantar y si uno se quiere tomar el café tirado en el suelo, lo puede hacer.
Tampoco se puede tener ninguna conducta que pueda molestar a los gatos. “La primera norma y más importante es que hay que respetar a los felinos. Es la regla de oro en este espacio en el que se entra descalzado”, concreta Rodríguez.
En la actualidad en el nuevo café conviven 7 gatos. Pero el número puede ir cambiando ya que, según relata Marta, el objetivo es buscarles un hogar. “Ese número puede cambiar de un momento a otro ya que se trata de crías que buscan un hogar y que cualquier cliente puede adoptar. Por lo tanto, la iniciativa tiene fines solidarios. Un café que actúa como intermediario entre las protectoras y los posibles adoptantes“, asegura la responsable del local.
UN VIAJE MOTIVADOR
Las cafeterías de gatos, surgidas en Taiwán en 1998 pero popularizadas en Japón desde el año 2004, exigen una serie de normas en beneficio de la integridad física de los animales. “En un viaje a Singapur descubrí locales en los que vivían felinos y las personas podían entrar a tomarse un café. Me encantó la idea”, cuenta Marta Rodríguez. Desde entonces, según dice, por su vida han pasado muchas cosas, pero su pasión por el mundo felino le llevó a acoger y a cuidar a gatos que encontraba en la calle. “Creo que se debe trabajar de manera coordinada con diferentes agentes para dar forma a un proyecto fuerte que sirva para ayudar a estos animales”, asegura. El primer paso en esta idea ya está con su café felino.
Entre cojines y camas de lana, el lugar ofrece una atmósfera tranquila para leer y estudiar si se quiere, mientras los anfitriones se mueven a sus anchas o escogen el calor humano para descansar. Otaku y Trasto, por ejemplo, han encontrado cobijo en uno de los sillones, descansan mientras los visitantes se toman un café. Y es que según recuerda Marta, los expertos aseguran que la terapia asistida con animales disminuye la ansiedad y mejora el funcionamiento cognitivo, físico, social y emocional de los pacientes.
“Necesitamos bajar el ritmo y buscar espacios en los que podamos buscar un momento de tranquilad, que por desgracia no hay muchos”, expresa. Basta con mirar a los felinos atentamente y en silencio para entender que estos rincones de gatos donde el ser humano es bienvenido atesoran propiedades terapéuticas y son un bálsamo de tranquilidad.
“El otro día vinieron los estudiantes del Colegio Inglés y fue maravilloso”, dice Marta. Los clientes pagan en base al tiempo que están con los gatos; un dinero que luego se invertirá en comida, juguetes, vacunas… para los dueños del salón de café. “Mi idea es poner en marcha encuentros de amantes de los gatos y de organizar actividades en pequeña escala en el café”, adelanta Marta.